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Durante los siglos XVIII y XIX el norte fue el receptáculo de las corrientes colonizadoras de España que ingresaron por el Alto Perú. Tiempo después el poder criollo -aliado al extranjero- terminó por afirmar una idea de nación a espaldas de las fuerzas populares que habían defendido la frontera. La mejor crónica que escuché sobre esta situación fue la de un salteño por las calles de Moldes. -Acá el terrateniente fue el que mandó, redimiendo históricamente a nuestra gente. Guillermo Villa fue uno en particular, que dominó más de la mitad de lo que hoy es el pueblo. Nosotros no tuvimos inmigración de la clase trabajadora, sino de la otra. De este suelo salieron grandes oligarcas, Uriburu por ejemplo era salteño. Por eso es que nosotros queremos tanto a Güemes.
 

Bajo este contexto general, la ciudad fue construyéndose en base a la imagen opulenta de las pocas familias que dirigían todos los organismos oficiales. Hasta 1970 el mismo núcleo pasó por el Municipio y la escuela, la dirección de la primera secundaria, que era privada, y el centro de jubilados. -Éramos como una gran familia, todos nos conocíamos. En esa época mi marido todavía era el intendente y todo era tan tranquilo aquí... Conozco a Rosa luego de que me recomendaran visitarla para interiorizarme en la historia de Moldes. Entre sus relatos preponderan el broche de oro y el ramo de rosas rojas que la escuela le regaló cuando se jubiló, el enredo económico que desprestigió al centro de jubilados que dirigió y el desastre que sobrevino en los años posteriores con la llegada de los pobres del norte. -Las fincas en las que siempre vivimos estaban abandonadas en ese tiempo. Si vieras cómo se arrebataron con esas casas hermosas... cómo arrancaron los pisos de madera para hacer fuego. Días después nadie más en esas calles puede recordar una situación similar por más que pregunte. Los relatos de la ex directora hacen que las andanzas literatas de la dupla Borges-Bioy Casares parezcan chistes piadosos escritos de forma maravillosa. “No inventaron nada”, pienso. -Qué tiempos aquellos y qué distintos estos que se llenaron de villas miseria con tal de que los políticos tengan un voto.
Su casa, enclavada en medio del centro y frente a la escuela, se destaca entre las demás por su fachada hecha completamente en piedra. Salir desesperada en busca de un elixir es la mínima sensación que su nostalgia aristocrática inspira.


La lucha a diario
La ciudad es chica y las otras campanas se encuentran a la vuelta de la esquina. A pocas cuadras un establecimiento se presenta con un cartel que me recuerda al diálogo anterior “Centro de Jubilados”. Este es el otro, el centro que surgió en el ‘89, años después de que el primero se viera envuelto en la malversación de fondos que le valió la desconfianza del PAMI.

Su actual directora es esa catamarqueña colorada que me contó del Coronel Moldes. Sencilla, frontal y excéntrica, con una fortaleza que redime cualquier nobleza por herencia, Amira tomó la gerencia ad honorem hace cuatro años para hacer material aquello que los moldeños menos pudientes necesitaban. -La posibilidad de un comedor diario estuvo siempre presente, el otro centro lo tenía, pero el PAMI se los quitó y esa ayuda había quedado ahí, vacante. Dice que si deja de colaborar en el centro se muere y es imposible no creerle. Con 60 años cumplió su primer mandato y fue reelecta para continuar su obra. Amira lleva impresa una pasión y una convicción que no abundan, tiene una energía vívida en los ojos y fuego en las manos. -No permito que desde el PAMI critiquen a mi gente, acá todos hacemos un voluntariado y ellos tienen sus señores sueldos... Que me vengan a hablar cuando bajen de la oficina para acá. Desde el inicio de su gestión hasta hoy son más de 50 los abuelos que, además de un bolsón de alimentos, reciben un menú a diario.
En sus comienzos el establecimiento tenía una sola pieza, pero con la ayuda de varios afiliados y jóvenes que se acercaron, comenzó a crecer en extensión y servicios. Actualmente el centro cuenta con enfermería, pedicura, atención médica, ejercicios, colonia de vacaciones y un servicio de viandas para los afiliados que no pueden comer allí.
Correa se acercó apenas dejó de trabajar en su deseo por ayudar a concretar los objetivos de Amira. -Yo preferí este lugar porque es un centro de gente pobre, somos sencillos y de clase humilde y a ninguno nos avergüenza venir a un comedor; allá no podría sentirme cómodo. A medida que los servicios se fueron ampliando, empezaron a hacer falta más piezas; una para que los médicos atiendan y otra para guardar las herramientas y materiales. Correa se dedicó durante más de dos años a levantar, revocar y pintar las paredes de adobe. Cortó cañas hasta el cansancio con su machete y las fue acarreando de a tandas en su bicicleta para armar el techo de los cuartos. -Todo esto pasó en cuatro años, tenemos una buena administración y eso nos permite ir haciendo obritas de a poco. Con los $5 que cada afiliado paga a la cooperadora también se edificó un salón, que es utilizado diariamente para dar de comer a los abuelos.


Recuerdo el hambre según Rosa y a esa visión que hace escuela, sobre que “esos surgen y se crían... porque quieren, porque no les gusta trabajar, por vagos, trabajo no tiene el que no quiere, en este país nadie se muere de hambre”. Y la burla contemporánea mayor, esa operada desde el gobierno en los ‘90 que juzgó al hambre como responsabilidad divina: pobres hubo siempre; mientras la legislatura anunciaba orgullosa que todo lo que pertenecía al estado dejaría de estar en manos del estado.
Pobres hubo siempre... El colonialismo y la independencia contrarrevolucionaria de la oligarquía criolla, los primeros créditos ejecutados por Rivadavia desde su sillón, los próceres olvidados y el genocida del siglo XIX impreso en los billetes, el asesinato de los pueblos originarios al norte y al sur de Buenos Aires y el puerto centralizado.
Pobres hubo siempre... Las esperanzas con que llegaron los inmigrantes, la lucha y la represión del derecho en los albores del siglo XX, las leyes de residencia y estado de sitio, las persecuciones, 100 periódicos anarquistas ardiendo en una oficina del estado, las 12 horas de trabajo diario de un niño de diez años, la miseria en las habitaciones trabajadoras de los conventillos, los años dorados de Alvear, y la manteca al techo, el azote colateral del crack de la bolsa.
Pobres hubo siempre... los campos de azúcar tucumanos, las minas salteñas y jujeñas enriqueciéndose a costa del sudor campesino. Las luchas ganadas aplanadas por el primer bombardeo en la Plaza de Mayo, la resistencia hambrienta y los santos de carne y tierra que protegen al pobrerío, el cierre de las fábricas y la pauperización educativa, la noche de los bastones largos y la ira obrero-estudiantil en Córdoba, Rosario y Corrientes.
Pobres hubo siempre… El desmantelamiento socio-político de los ‘70 y su deuda externa en ascenso sideral criando a la primera generación de desnutridos en Tucumán. La hiperinflación de los ‘80, la democracia endeble y el Nunca Más. La AMIA, el desmadre económico, y la privatización de la tierra, los minerales y el aire. Pobres hubo siempre... dicen los que escriben la historia para excusarse.

Nostalgia aristocrática
Nació siendo cuna de estancieros. Puerta de Díaz fue su nombre anterior, porque allí donde empezaba, terminaban los dominios que el propietario había cercado. Con el tiempo llegó el rebautismo y Moldes fue el apellido elegido entre los coroneles que participaron de las batallas por la independencia.


-El tipo era jodido. Mucha altanería, pero aguerrido como pocos, le gustaba estar al frente. Terminó igual que Moreno, envenenado por sus enemigos. Fueron las palabras de la primera persona que conocí en suelo moldeño.

Tabacalero
Agosto. Amanece de noche, toma un mate y se cuelgan la campera al hombro, la chata del dueño de la finca lo pasará a buscar después de las seis para llevarlo al campo de tabaco. Plantará uno a uno los almácigos y esperará ansioso los tiempos de la cosecha de las primeras hojas que le vuelvan a dar para comer. Los campos del tabaco Virginia son los más complicados de cosechar y por eso los más buscados; a más horas de trabajo, más monedas. Hay que aguantar hasta diciembre, cuando las hojas más cercanas a la raíz se empiezan a amarillentar y los campos se riegan de sudor campesino que levantan tallos hasta el anochecer.

El Criollo viene después, en marzo, cuando se acaba con el Virginia; otra changa para estirar el invierno. Mientras tanto será cosechero del primero, estufero en los hornos de secado industriales y carguero en los camiones de una tonelada. También armará los atados de 25 kilos de hoja en los galpones para llevarlos a las estufas. Si logra, con dos compañeros, llenar cuatro hornos de 4000 kilos volverá a casa con $80 más. La cosecha, la carga, los días de horneado y la clasificación se extenderán por tres meses.
 

La hoja se seca al calor progresivo de las estufas que caldean dos hombres solos. Trabajará haciendo guardia durante un día y una noche completa, echando leña a la caldera humeante y dormirá al siguiente para volver al tercero. Lo hoja descansa siempre, mientras la temperatura se eleva de 30° a 45° hasta llegar a los 75°. El encargado del complejo de hornos de Coronel Moldes clava los ojos en la válvula de calor -Los estuferos hacen guardia por 24 horas, ese hombre queda hecho trizas, es un trabajo bien pago, pero muy peligroso, se deja el cuero acá. Pasará una semana hasta que la materia prima esté lista y haya una nueva changa. En galpones ciegos, y acodado a un par de hombres y mujeres, clasificará durante diez horas la cosecha según su categoría. En el primer piloncito, las más amarillas y firmes, en otro, las amarronadas y quebradizas y en el último, las trizas oscuras que las tres empresas que monopolizan el mercado del tabaco utilizarán para rellenar los cigarrillos de las segundas marcas.
-Yo no viví esa época, pero dicen que antes del tabaco acá había hambre. La frase se hace eco en los cuerpos jóvenes que se gastan bajo el sol de los campos y la mirada imperturbable del patrón, en los nauseabundos complejos de hornos, entre el aire viciado de los galpones de clasificación y en medio del calor asfixiante de las estufas.

 

En la actualidad la mayor cantidad de tierras cosechadas son arrendadas en pequeñas porciones, lo que obstaculiza el incremento del ingreso para el productor y la falta de inversión en los equipos de producción.
Las manos que ordenan el tabaco secado ganarán $0,70 por kilo terminado y tendrán que llegar a los 80 para llevar unos cuantos pesos a la casa; los estuferos quemarán su carne y sus ojos cuatro veces a la semana por $90 diarios, los cargueros oscilarán entre los $60 y $80. -El trabajo empezó hace rato pero todavía no sabemos cuánto vamos a ganar este año. La mujer que ahora clasifica las hojas y changueó en los campos en la época de cosecha trabaja presurosa para acumular atados, ella también sabe que el precio de su trabajo lo fijarán otros.


El monopolio de las ganancias
La producción nacional del tabaco está sujeta a los caprichos del mercado internacional. El productor sabrá cuál es el precio de su trabajo después de entregar la materia prima a la empresa. Solventará el ingreso de todo el proceso de elaboración, además del alquiler de un horno a $2200 para secar 4 mil kilos de hoja que, una vez listas se habrán encogido a mil.
En el mundo se cultivan cuatro grandes clases de tabaco: El Virginia en Estados Unidos, Brasil y Zimbabwe, así como también en América Central, que también comparte la producción del Burley con Malawi y Uganda, el Negro, de origen cubano y el Oriental proveniente de los períodos de verano de los Balcanes, Turquía y Oriente Medio. A su vez el mercado está abastecido por la producción de los más de 100 países que se dedican al tabaco en todo el mundo, entre los que se cuentan a China, India, República Dominicana, Indonesia, Honduras, Brasil, Ecuador, México, Argentina, Nicaragua, Camerún, Filipinas, España (Canarias) y Jamaica.

A la hora de la transacción, la empresa -conociendo el stock mundial- fijará el precio por kilo: $15 por el de primera categoría, $10 por el de segunda mano y $7 por las trizas amarronadas. La Brithish American Tobacco, La Standard Tobacco Argentina y la Cooperativa de Tabaco sacarán 50 atados de cigarrillos con aquel kilo de materia prima pagado a $10. No hace falta continuar haciendo cuentas para calcular las ganancias de un negocio sólo redituable para los grandes estancieros y el puñado de marcas que imponen los términos.
En el rubro de la producción primaria existen dos grandes categorías, el cultivo extensivo y el intensivo. El primero es aquel que puede resolverse con poca mano de obra y mucha maquinaria, como es el caso de la soja; mientras que el intensivo requiere una gran cantidad de trabajadores. La destrucción de las economías regionales hallan su responsable en la super explotación de las siembras extensivas, que acota los puestos de empleo temporal con que subsisten gran parte de los pueblos de tierra fértil. Carlos Lewis, ingeniero agrónomo de Coronel Moldes, divide tajantemente a estas dos clases. -Mal o bien pagos, los intensivos generan trabajo mientras que los otros son excluyentes sociales netos, donde se instalen generan pobreza.
El tabaco pertenece al rubro de los intensivos, ya que requiere una atención constante en cada una de sus etapas de producción. Luego del cultivo manual de los plantines se inicia una etapa de fertilización y desmalezado. Noventa días después se lleva adelante la cosecha, que va efectuándose por etapas según la maduración de las hojas que se extraen de a cuatro por planta. El caso del criollo es distinto, la planta se levanta entera y su secado es al natural. En promedio una hectárea puede rendir 2 mil kilos, es decir que se precisarán levantar dos en proporción para llenar un horno de secado. -Como se pueden levantar pocas hojas por planta, el cosechero tiene que recorrer toda la zona para completar esa carga.


Lewis dedica su vida a la producción y al estudio del origen del tabaco. -Milenariamente la hoja era utilizada para ser fumada en pipa, por placer y a raciones, el desastre se ocasionó una vez que el producto llegó a las tabacaleras; donde se lo mezcló con los ingredientes que generan la adicción y crearon el cigarrillo. Reconstruyendo la relación, reconoce que quiso escaparle al controversial rubro desde hace años pero que todo lo llevó hacia él y terminó por enamorarse.
Además de la finca que mantiene, constituyó un emprendimiento familiar abocado a la recepción de turistas en su casa, a la que le anexó una fábrica de quesos y el primer museo del tabaco en la Argentina. -El extranjero viene acá a interiorizarse sobre nuestra sobrevivencia a las crisis, es un tema que los desvela por el tipo de previsibilidad económica en que viven. Cualquier descalabre les produce una angustia enorme y entonces llegan acá y les desconcierta nuestra entereza en medio del caos.
El museo se fue haciendo con las donaciones de distintas personas que tenían información u objetos de valor relacionados. La sala está dividida en tres etapas de evolución, la precolombina, la colonial y la de producción nacional. La primera data sobre los primeros hallazgos arqueológicos que afirman que en Perú, el Desierto de Atacama en Chile y al noroeste de la Argentina, las comunidades consumían el cebil desde hace 5 mil años. La semilla de la civilización, seca y fumada en pipa era utilizada milenariamente por los chamanes para trasladarse a otra realidad, considerándola como la puerta hacia la percepción del mundo visionario. Los incas mezclaban su jugo gota a gota en la cerveza que era bebida por el adivino para predecir el futuro y era también utilizada para fines medicinales.
-Cuando inicié el proyecto lo presenté a las autoridades municipales y provinciales, pero lo rechazaron de inmediato por considerarlo mala palabra. El conflicto surge porque la industria ha volcado su responsabilidad toxicológica en el tabaco convirtiéndolo en uno de los tabúes sociales más consumidos. Además de que pagan lo que se les ocurre cada año, el productor decide encarar el cultivo del mejor tabaco para ganar más y al final de la cosecha la empresa determina que este año, por el stock y los precios del mercado mundial, su producción no vale como antes. Es un círculo vicioso que empieza y termina en ellos.

Los tiempos del tabaco redituable erosionaron la costumbre histórica de las huertas familiares para el autoabastecimiento, que hoy se vuelcan al monocultivo. Las firmas preponderantes no sólo manejan el negocio sino que se oponen al retorno de la diversificación de cultivos, diagramando un mercado cautivo. -En los años en que fui Jefe del Departamento de Investigación de la Cooperativa del Tabaco de Salta iniciamos campañas de concientización para que la gente pluralice sus siembras para no morir de hambre cuando el tabaco caiga y terminé amenazado al punto en que tuve que irme.
En Zimbabue, África, el modo de comercialización está basado en un sistema de remates donde el productor acerca su materia prima y la vende al mejor postor. Desde la Cooperativa hubo varios intentos por difundir estas reformas en el rubro para cimentar un comercio más justo, donde el productor pueda gozar de un mayor poder de decisión sobre su trabajo. -Cuando empezamos a agitar las aguas para proponer estas condiciones las empresas volvieron a hacer sentir su peso. Cuando la cosa se hace transparente herís los intereses de los tipos que la manejan. ¿Cómo podemos pretender entonces que acepten la regulación cuando históricamente son ellos los que someten y marcan el ritmo?
Las compañías que digitan el mercado en la actualidad son Philips Morris -Masalín Particulares-, la Brithish American Tobacco -Nobleza Piccardo-, Pascucci -más pequeña y de intereses locales- y la Cooperativa de Tabaco que sirve para convalidar las condiciones de las dos primeras, dado que está manejada por las mismas multinacionales y a su vez nuclea a los productores presos de las normas internacionales.

Mientras tanto los últimos sometidos de la industria dedican su vida al tabaco durante los seis meses entre los que se inicia el cultivo y se terminan de alistar las hojas secas para que el patrón revenda. La otra mitad del año, se ampararán en lo sobrante de la temporada y en la posibilidad de conseguir alguna changa en la construcción que aminore el desempleo crónico de los meses de otoño e invierno.

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