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Hoy las empresas instaladas en el país gozan de la devolución del IVA en los períodos de exploración, la rebaja de otra suma importante de impuestos, una estabilidad fiscal y cambiaria por el término de 30 años desde la firma del contrato y la exención completa del pago de derechos por la importación de bienes de capital y equipos de servicios destinados al rubro.

El caso de la puna salteña
San Antonio de los Cobres, ciudad al noroeste de la provincia de Salta, es una zona rica en borato, perlitas y ónix, explotados por distintas empresas privadas. El lugar que surgió como base militar del destacamento de la Gendarmería Nacional está preso de las disposiciones de estas firmas que representan la única fuente laboral de la zona. Para llegar hay que embarcarse en una ruta de precipicio que bordea los cerros durante la última hora de viaje; el trayecto asciende a cuatro horas por vía terrestre desde la capital, por lo que resulta muy difícil trabajar allí si se vive en San Antonio. Los 200 kilómetros que la separan de la ciudad de Salta atraviesan distintos parajes rurales en donde las posibilidades laborales descienden al punto de desaparecer.
En el año ‘96 las exportaciones argentinas en materia de minerales eran de US$300 millones; para el 2004 las cifras ascendieron a US$1.200.000 debido a la puesta en marcha de la mina La Alumbrera en Catamarca, el Salar del Hombre Muerto en Salta, la del Cerro La Vanguardia en Santa Cruz y Aguilar en Jujuy. Sin duda las instituciones ayudaron a consolidar un escenario muy estable para el empresario privado.
Lamas trabajó 27 años en las cargas de borato de San Antonio de los Cobres. -Ahí no se paraba de sufrir, era cargar todo el día para mandar a Campo Quijano. Hoy casi nada es palo y pico, todo es máquinas y máquinas, ya no hay tanto empleo.
Vivió el traspaso del trabajo manual a la tecnificación, y pasó los días junto a un compañero cargando camiones de 35 mil kilos diarios. -No había otra cosa así que hubo que aguantar y aguantar para ganar una miseria de sueldo... Debió alejarse de su familia para vivir en el “campamento”, una seguidilla de casas de adobe construidas por la empresa. Ganó monedas durante cada jornada de 10 horas y terminó jubilándose con $1000.
Después de entregar su vida a la industria volvió a donde nació, Santa Rosa de Tastil. Los años de trabajo duro no le dieron más que sobrevivencia. Hoy pasa los días en su casa de adobe a los pies de la ruta que lleva a San Antonio. Dice que allá es peor, que es más hostil, que acá es pintoresco y que se vive mejor.

Santa Rosa de Tastil es uno de los parajes de la ruta que recorre Salta - San Antonio de los Cobres; habitado por alrededor de 100 personas que se mantienen con el cultivo de habas, papas, maníes, arvejas y de las cabras que mantienen dentro del ámbito familiar. Lamas sonríe y desea suerte con la mano en alto. -Con mucho abrigo hay que andar, que el viento no te corte la piel. La casita levantada tras años de sudor en las minas va quedando atrás.
Poco se sabe de la fundación de San Antonio. En el año 2010 un equipo de investigación trabajó para rastrear las primeras huellas contemporáneas que datan de los tiempos en que apareció el ferrocarril, luego de la obra del Ingeniero Maury. Según voceros del Municipio, las tareas de arqueología están momentáneamente interrumpidas por su propia decisión, ya que el gobierno provincial estaba dando en comodato a museos privados muchas de las piezas halladas. Si bien no se conoce una fecha exacta, existen pruebas de que fue la etnia atacameña la que habitó sus tierras desde hace 4 mil años, después de que fueran expulsados de lo que hoy son Chile y Bolivia. Milenariamente las comunidades vivieron de la siembra y la cría de animales hasta los tiempos de la conquista.
Hoy San Antonio es una de las localidades más pobres de la provincia, pese a las inmensas riquezas que subyacen en su territorio. Sumado a esto hace poco tiempo las autoridades se vieron en la obligación de declarar una verdad sabida de hace tiempo, el agua no es potable y las obras son deplorables.
Su pueblo sobrevive entre la crudeza del trabajo en las minas y el desamparo de la puna salteña a casi 4000 metros de altura. Las casas bajan de barro se confunden con la aridez polvorienta de sus calles. La mayoría de sus 5 mil habitantes viven en condiciones precarias, pero la postal que difunde a la zona es la del lujoso Tren de las Nubes.

 

El 5 de febrero un temporal arrasaba con las casas de adobe llevándose paredes enteras, las pocas pertenencias y arruinando las cañerías. Al terror de esa agua furiosa que arrastró barro y piedra hacia el interior de las viviendas sobrevino otro, la carencia total de alguna potable para subsistir y soportar el calor.
El municipio encaró una repartición de varios litros sin avisar a la comunidad y conseguirlos se convirtió en una odisea para las familias devastadas por la lluvia. -Mis hijos hicieron guardia todo el día para conseguir unas botellas, cortaron la calle impidiéndole avanzar al camión para que nos llene los baldes. Después entre los vecinos nos fuimos avisando por dónde andaba para que salgan a pedir agua, comentaba una vecina a la tarde siguiente. Esta situación ocurrió en los hogares lindantes al barrio militar; único hecho a base de casas de concreto, revocadas y pintadas de un amarillo estridente que sobresalta entre el amarronado de toda la ciudad. El 7 de febrero, dos días después de la tormenta, eran varias las personas que continuaban a la espera de agua.
Hacia el interior del pueblo se encuentra uno de los barrios más afectados; el que se fue haciendo a la vera de la desembocadura del río. Allí una familia recibió tres baldes el día anterior para saciar las necesidades de sus 24 integrantes y hace más de dos horas que se encuentran afuera esperando el reparto prometido. El camión estaba anunciado a las 14, pero el agua escasea de hace mucho antes.

 

Desde el municipio ni siquiera se esbozan argumentos frente a la situación. El estado de alarma se imprime de igual forma en los rostros de los que están en sus casas a la espera del agua como en la de Enrique, el sanantoniense de 55 años que me recibe en el Municipio. Él está cumpliendo horas extras esperando también que arribe el agua -Justamente estamos acá hace horas, porque desde la capital nos dijeron que iban a llegar a las 14 con una ayuda. No sabemos qué van a traer, no nos han informado, cuando lleguen tenemos que indicarles cuáles son las familias afectadas y ellos van a repartir lo que traigan.

El delito hecho norma
Hoy son más de 600 los proyectos mineros volcados sobre toda la Cordillera. Bajo una regulación promulgada en los años ‘90 el estado pasó a inhibirse a sí mismo, confiriendo absolutas libertades a las multinacionales que explotan minerales de todo el país.
La explotación minera provoca pérdidas sociales, económicas y ambientales para las sociedades en la que se instalan las empresas. En el año 2005 el Ministerio de Economía elaboró un informe abocado a captar capitales declarando el beneficio de invertir en el país: "La Argentina es un país sumamente rico en minerales, y el 75% de las áreas con potencial minero se encuentran sin explorar (...) La minería cuenta con importantes incentivos fiscales y económicos que hacen muy atractiva a la Argentina como destino de inversiones".

Cómo mantener las raíces en un ambiente hostil
Igual que en el caso de los ingenios de Tucumán y Jujuy, las empresas mineras obtienen cifras millonarias a cambio de una declaración parcial, que es maquillada con la “responsabilidad empresaria”; práctica que no ofrece más que magros actos de beneficencia como la donación de una ambulancia o el auspicio de un ciclo de cultura. Los saldos que los pueblos se ven obligados a pagar son criminales: pobreza extrema, empleos temporarios y mal pagos, falta de agua y enfermedades producidas por la contaminación ambiental.
Casi en la otra punta del país, un grupo de vecinos autoconvocados de Esquel que también padecen los efectos de la minería denuncian: “Esta es una actividad meramente extractiva con múltiples ramificaciones, tanto a escala económica, como ecológica, social y cultural. Es un hecho comprobado que las regiones mineras del mundo son publicitadas inicialmente como regiones ricas y llenas de oportunidades, pero terminan siendo las más pobres”
Mientras tanto las voces que resisten en la puna salto-jujeña exclaman “No queremos pasar a formar parte del basural de las orillas de las grandes ciudades y hacia ahí nos están impulsando con su modelo extractivo”. El cambio climático generado por las perforaciones mineras complejiza más aún las posibilidades de sobrevivencia trabajando la tierra. Cada expedición rompe las napas de agua y cuando éstas no se sellan bien, comienzan a secarse generando problemas hídricos.
Según voceros de la municipalidad de San Antonio, hay un proyecto de mega-minería a cielo abierto para la explotación de oro, que nuclea a varias firmas privadas que ya están asentadas extrayendo perlitas y litio. Las firmas están alertas, esperando el visto bueno del mercado internacional, para que les indique cuándo es el momento más propicio para empezar a excavar.

Un obrero de mina gana entre $1500 y $2000 por 21 días de trabajo y siete de descanso. Emprender la tarea implica abandonar la casa para vivir en los “campamentos”; habitaciones con hileras de camas cuchetas que serán el único albergue durante las tres semanas de trabajo, hasta que cada uno pueda volver a visitar a su familia.
La legislación local no impone trabas y/o restricciones para la contratación local de personal extranjero
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Enrique alerta sobre la nula contención social frente a la problemática laboral -Las grandes mineras traen su gente de afuera y es mínima la cantidad de lugareños que ocupan. Entonces tampoco es cierto que calmen la necesidad de trabajo. Nosotros tenemos un problema social muy grande que es el alcoholismo. Ellos trabajan durante semanas y cuando tienen que volver del descanso lo hacen tarde y esto es advertido por las empresas. Realmente es alarmante la situación, en carnaval se toma durante un mes entero, lo mismo pasa con el festejo de la Pachamama en agosto; no vas a ver gente que no esté alcoholizándose.

Es una forma de evasión generalizada. Macharse, olvidar, exteriorizar al ‘diablo’ que yace oprimido durante el largo año del patrón, desde hace 500 años. Cuando la colonización clavó sus pies en América descubrió una forma efectiva de potenciar la actividad productiva de las masas de nativos apresados: mezclar hojas de coca y alcohol sería el método para mantener a los esclavos despiertos y trabajando por más horas.
En carnaval se le ofrecen a la Pachamama todos esos bienes sagrados reconvirtiendo el simbolismo de la opresión. Luego de darle de beber a la tierra, podremos tomar todos del mismo jarro. En agosto vendrá la ofrenda principal, la del pan. El maíz y la quinoa por sobre todo, alimentos desplazados por los implantados en tiempos de la colonia, serán utilizados para elaborar la comida; rebrotando los sabores ancestrales junto al mote, las habas y la carne de llama. -Hoy se cultiva muy poco el maíz por la falta de agua, hay parajes cercanos en donde todavía se mantiene.

“Hemos perdido nuestro origen”
Enrique dice que San Antonio nunca fue un pueblo rico, que tuvo riquezas y siempre se las han llevado. -Nadie ha peleado por defenderlas y así se fue empobreciendo. Ahora estamos peleando por la riqueza turística que tampoco es manejada por nosotros. Los que se hacen la América no son precisamente los sanantonienses, sino los que arman los paquetes turísticos desde la capital. A nivel provincial San Antonio de los Cobres es incluido dentro de un paquete completo hecho por las agencias desde la ciudad de Salta, que acompañan a los visitantes y cuanto mucho los acercan a almorzar en algún comedor o adquirir artesanías. Esos representan los únicos ingresos que la ciudad percibe por el turismo, nada queda en su tierra más que flashes fotográficos.
El hotel Belgrano, sostenido por una familia del lugar es posada de choferes y conocidos de la zona; los turistas son dirigidos por los paquetes de paseo al Hotel de las Nubes, donde los $300 que cuesta una habitación son usufructuados por la provincia que tampoco deja regalía alguna al municipio. Idéntica situación es la que experimenta la ciudad con respecto al negocio del afamado Tren de las Nubes que atraviesa su territorio sin dejar beneficio alguno.
Enrique advierte que el municipio tampoco cuenta con infraestructura en servicios y necesita que la política provincial centrada en el turismo se haga eco en estas tierras, colaborando con el sostenimiento de la ciudad.
-Necesitamos que nos digan “su prioridad es el agua, bueno invirtamos en el agua”, pero esas redistribuciones no llegan.
La hostilidad climática dificulta la proliferación del cultivo y la cría de animales; ambas actividades que forman parte de la cultura ancestral de la comunidad y al mismo tiempo el desmantelamiento de las riquezas en suelo puneño expulsa a sus habitantes a migrar a las ciudades en busca de algún sustento. -Si llamamos evolución al acatamiento por parte de nuestra comunidad de nuevos patrones de vida, tendremos que decir tristemente que los hubo; ahora si nos referimos a cómo impactaron estos cambios en la calidad de vida, se hace evidente la involución enorme que sufrimos. Ya no se puede decir “esta es nuestra identidad”, ese lema de “los kollas para los kollas” no es una realidad, hoy es sólo un slogan político. Lo cierto es que hemos perdido nuestro origen.


San Antonio continúa padeciendo los serios problemas que lo aquejaban a mediados del siglo XX, hoy los aludes e inundaciones no cuentan con respuestas y previsión, no existe una planificación urbana que vele por el futuro de la comunidad, y los habitantes rurales emigran ante la imposibilidad de mantenerse. -Evolución para nosotros sería poder contar con las herramientas para que las familias del campo puedan seguir viviendo de sus siembras, pero el clima actual nos dice lo contrario; entonces los que hablan de ese concepto están dirigiéndose hacia otros lados, porque acá no se ha visibilizada una mejora como producto de todos los cambios culturales que hemos padecido.

 

“Se les ensancha el cuerpo por eso, tienen hambre furiosa de eso.
Como unos puercos hambrientos ansían el oro"

Eduardo Galeano (de Las Venas Abiertas de América Latina)

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